La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, transmitida por mosquitos infectados, principalmente del género Aedes y Haemagogus. Aunque es prevenible mediante vacunación, sigue representando una amenaza real en regiones tropicales de América del Sur, incluyendo Ecuador. La vacunación oportuna es la estrategia más eficaz para evitar casos graves, muertes y la propagación del virus. Conocer su importancia desde una perspectiva sanitaria permite fomentar la prevención efectiva y reducir los riesgos asociados a esta enfermedad.
La fiebre amarilla puede causar síntomas leves como fiebre, cefalea y mialgias, o evolucionar hacia una fase tóxica con ictericia, hemorragias y daño multiorgánico. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2022), aproximadamente el 50 % de los pacientes con la forma grave de la enfermedad fallecen entre 7 y 10 días después del inicio de los síntomas.

En Ecuador, las provincias amazónicas como Sucumbíos, Napo, Orellana y Pastaza son zonas de riesgo debido a su clima húmedo y presencia del mosquito vector. El Ministerio de Salud Pública (MSP) ejecuta campañas de vacunación periódicas y en 2021 reportó una cobertura del 92 % en las zonas priorizadas (MSP, 2022). Esta medida busca controlar la transmisión local y proteger a las poblaciones vulnerables.
La vacuna contra la fiebre amarilla es una de las más eficaces del mundo. Se trata de una vacuna de virus vivo atenuado, segura y altamente inmunogénica. Una sola dosis es suficiente para proporcionar inmunidad de por vida en más del 95 % de los vacunados (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2021). Está recomendada para personas a partir del primer año de vida, y su aplicación es obligatoria para quienes viajan a zonas endémicas o a países que exigen el certificado internacional de vacunación.

Además de proteger a cada persona vacunada, esta inmunización genera inmunidad colectiva, lo cual reduce la circulación del virus y protege a quienes no pueden recibir la vacuna por razones médicas. La educación sobre los beneficios de la vacunación es fundamental, así como la detección temprana de posibles casos, el reporte epidemiológico oportuno y las acciones de control vectorial.
Factores como la deforestación, el cambio climático, y el crecimiento urbano desordenado han facilitado la expansión del mosquito vector hacia nuevas zonas. Esto implica que la fiebre amarilla no debe considerarse una amenaza exclusiva de áreas rurales o selváticas, sino como un riesgo potencial más amplio. La prevención debe combinar estrategias de vacunación, saneamiento ambiental y educación comunitaria para evitar brotes en zonas antes libres de la enfermedad.
La fiebre amarilla es una enfermedad prevenible pero potencialmente mortal. La vacuna es la medida más eficaz para proteger a las personas y evitar brotes epidémicos. En Ecuador, donde existen zonas de riesgo, la vacunación sigue siendo una herramienta clave en salud pública. Promover su importancia, asegurar el acceso equitativo y mantener una vigilancia activa son acciones necesarias para garantizar el control sostenible de esta enfermedad. La prevención es responsabilidad de todos, y comienza con la decisión informada de vacunarse.
Autor:
Oswaldo Bladimir Copara Chancusi