Pantallas en la Cuna: El Impacto del uso de Dispositivos Móviles en la Primera Infancia


En la actualidad, el uso de dispositivos móviles se ha vuelto una práctica común en los hogares, incluso entre los más pequeños. Padres y cuidadores suelen recurrir a teléfonos inteligentes, tabletas o televisores para entretener o calmar a los niños, sin ser plenamente conscientes de las consecuencias que esta exposición temprana puede acarrear. Numerosos estudios han evidenciado que el uso excesivo e inadecuado de dispositivos móviles durante la primera infancia puede afectar de manera negativa el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social del niño. Este artículo tiene como propósito analizar los impactos perjudiciales del uso de pantallas en niños de 0 a 5 años, y reflexionar sobre el rol del educador inicial como mediador consciente del entorno tecnológico en el que se desenvuelven los infantes.

La primera infancia es una etapa crítica del desarrollo humano, caracterizada por una rápida maduración cerebral y la formación de vínculos afectivos fundamentales. En este período, las interacciones humanas y el juego activo son esenciales para el desarrollo integral. Sin embargo, cuando las pantallas reemplazan o reducen estos espacios, se generan riesgos importantes.

Uno de los principales efectos negativos del uso excesivo de dispositivos móviles en la primera infancia es el retraso en el lenguaje. Según la Academia Americana de Pediatría (AAP), los niños menores de 18 meses no deberían estar expuestos a pantallas, ya que su cerebro no está preparado para procesar información audiovisual compleja (AAP, 2016). El aprendizaje del lenguaje depende de la interacción directa con otras personas, donde se produce un intercambio emocional y contextual. Las pantallas, en cambio, ofrecen una comunicación unidireccional que limita estas experiencias.

Además, diversos estudios han vinculado el uso prolongado de dispositivos con problemas de atención, hiperactividad y dificultades para autorregularse emocionalmente, la sobreestimulación generada por las pantallas puede alterar el desarrollo neurológico de los niños, afectando su capacidad de concentración y autocontrol. Estos efectos suelen manifestarse en el entorno escolar, dificultando el aprendizaje y la socialización.

Otro aspecto preocupante es la disminución de la actividad física. El tiempo frente a pantallas desplaza momentos de juego activo, fundamentales para el desarrollo motor grueso y fino. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños de 1 a 4 años no pasen más de una hora diaria frente a pantallas, y en el caso de los menores de un año, esta exposición debe ser nula (OMS, 2019). El sedentarismo infantil se ha relacionado con obesidad temprana, trastornos del sueño y alteraciones en el metabolismo.

El uso inadecuado de dispositivos móviles también puede afectar el vínculo afectivo entre el niño y sus cuidadores. Cuando los adultos delegan el cuidado o entretenimiento del niño a una pantalla, se pierde la oportunidad de fortalecer la relación afectiva a través del contacto físico, el juego compartido y la conversación. Esto incide en el desarrollo emocional del infante, quien necesita sentirse seguro, acompañado y validado en sus emociones.

Desde el rol del profesional en Educación Inicial, es fundamental comprender que el entorno tecnológico debe gestionarse con responsabilidad y criterio pedagógico. No se trata de demonizar las pantallas, sino de promover un uso adecuado, mediado por adultos y siempre subordinado a las necesidades del desarrollo infantil. El educador debe ser un orientador tanto para los niños como para las familias, generando conciencia sobre los riesgos del uso indiscriminado de tecnología en edades tempranas y fomentando alternativas saludables como el juego libre, la lectura compartida y la exploración del entorno.

El uso de dispositivos móviles en la primera infancia plantea desafíos importantes que deben ser abordados desde la educación y la conciencia familiar. Aunque estos aparatos pueden ofrecer beneficios si se utilizan adecuadamente y bajo supervisión, su uso indiscriminado afecta negativamente el desarrollo integral del niño. Los futuros profesionales en Educación Inicial del Tecnológico Universitario Vida Nueva tienen el compromiso de convertirse en agentes protectores del bienestar infantil, promoviendo entornos enriquecidos con interacciones humanas, afecto y experiencias significativas, que favorezcan el pleno desarrollo de los niños en sus primeros años de vida.

Autor: Mg. Diana Tonato

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