Historia de la inteligencia artificial como uso próspero para la academia

Historia de Inteligencia Artificial

En la actualidad, se cuentan con una innumerable gama de herramientas informáticas y tecnológicas que han posibilitado incluso la exploración de los confines estelares. En este empeño, resulta esencial delinear con precisión las trayectorias del progreso y cómo estas trazas evolutivas enriquecerán nuestras perspectivas venideras. Específicamente, se hace referencia al ámbito de la inteligencia artificial y su intervención en los ámbitos académicos, indistintamente del nivel.

Para comprender con profundidad el potencial de la relación entre inteligencia artificial y el proceso educativo, es imperativo abordar la dinámica pedagógica y de aprendizaje. Dicha comprensión adquiere una importancia ineludible en lo que concierne al futuro de la educación, no solo en el contexto ecuatoriano, sino a escala global.

En primer lugar, es importante adquirir un conocimiento sólido acerca de la Inteligencia Artificial (IA). Alan Turing (Turing, 1950), en 1950, planteó una cuestión fundamental: ¿puede una máquina pensar? Esta interrogante, aunque para la época sonaba delirante, sentó las bases para una exploración filosófica. Turing propuso un ejercicio simple en el cual una persona realizaba preguntas a través de una computadora (máquina) a otra persona. Ambos individuos participantes en este ejercicio proporcionaban información (preguntas y respuestas) a la máquina. Tanto el interrogador como el interrogado se esforzaban por discernir si las respuestas provenían de la máquina o de la persona en el otro extremo. En este contexto, Alan Turing concebía la inteligencia artificial como la emulación del comportamiento humano. Este enfoque, conocido posteriormente como la «Prueba de Turing», estableció un hito en la comprensión de la inteligencia artificial.

Fue recién en 1956 cuando John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon (McCarthy et al., 2006) bautizaron formalmente el estudio de las máquinas pensantes como «inteligencia artificial» (IA). McCarthy propuso el estudio del desarrollo de un nuevo lenguaje, un lenguaje de programación de alto nivel, para dotar de inteligencia a las máquinas. Sin embargo, la IA aún se encontraba en un estado incipiente, ya que persistían lagunas en la comprensión de la naturaleza de la inteligencia y cómo estructurarla de manera efectiva en una máquina.

Un hito significativo se alcanzó en 1987 gracias a las contribuciones de Martin Fischles y Oscar Firschein (Fischler & Firschein, 1987), en su trabajo, describieron los atributos de un agente inteligente, delineando los fundamentos esenciales para el avance de la IA. Estos atributos marcaron un punto de inflexión al establecer una base conceptual más sólida para el desarrollo y la comprensión de la inteligencia artificial en términos más precisos.

La Inteligencia Artificial (IA) despliega un potencial substancial para agilizar el logro y el desarrollo de los objetivos de alcance global en el ámbito educativo. Esto se materializa a través de la disminución de las barreras de acceso al aprendizaje, la automatización de los procesos administrativos y la optimización de los métodos que enriquecen los resultados del proceso de aprendizaje. Sin embargo, es importante señalar que la incorporación de la IA en los entornos educativos, especialmente en ciertos contextos, podría demandar un período prolongado debido a las políticas y procedimientos administrativos que difieren entre naciones. No obstante, en el actual panorama mundial, caracterizado por la revolución tecnológica en curso, persisten atributos humanos que aún escapan a la capacidad de reproducción por parte de la inteligencia artificial. Ejemplos de tales atributos incluyen la creatividad, la habilidad para concebir nuevas ideas y la capacidad de improvisar y evolucionar de manera continua con el transcurso del tiempo. Aunque estas limitaciones están gradualmente siendo superadas, impulsando un desarrollo óptimo, persisten en el objetivo de sobrepasar las fronteras de la denominada «Revolución 4.0».

Surge la cuestión: ¿qué puede aportar la IA a la educación? Las respuestas a esta interrogante son diversas y abundantes. Entre las múltiples aplicaciones de la IA en el ámbito educativo, tres enfoques emergen como particularmente influyentes en el proceso de formación: Los agentes de software conversacionales inteligentes (chatbot), La creación de plataformas Online para el auto-aprendizaje, La robótica educativa.

AUTOR:

Mgtr. Rubén Jaramillo

Docente de la Carrera de Desarrollo de Software

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